jueves, 18 de agosto de 2011

"Negro", hijo de "Capitán y Honda"

"Negro"

Voy hablar de “Negro”, un pastor alemán que dejó muchos recuerdos bonitos.
El Negro nació en la finca de mis abuelos, era hijo de Capitán y de Honda.
El Negro fue el primer cachorro en nacer y le pusimos ese nombre porque era más oscuro que los de más. A medida que fue pasando el tiempo nos fuimos dando cuenta de que el  Negro iba siendo más grande que los demás e iba demostrando ser más curioso que sus hermanos.
Cuando cumplió un año se comió un pato y rompió las jaulas de los conejos, a la mañana siguiente mi abuela se puso de los nervios. Entonces, llego mi tío José Luis y como le gustaba mucho el perro decidió llevarlo a la ciudad y adiestrarlo.
Mi tío dedicó mucho tiempo al adiestramiento del Negro y consiguió que hiciera todo lo que le enseñó; por ejemplo a sentarse, a atacar cuando era necesario,  a no cruzar la calle sin que le dieran la orden de hacerlo… En una ocasión mi tío salió a dar una vuelta con el perro y se le olvidó de darle la orden de cruzar y cuando se dio cuenta el perro estaba en la esquina de la otra calle quieto sin moverse.
Después  de mucho tiempo mi mamá tuvo la brillante idea de llevar al perro a la finca y pasó algo que nadie esperaba: apareció el padre del Negro y se trenzaron en una pelea. Capitán le hizo una herida en el ojo al Negro. Ese día tuvimos que ir al veterinario para que le hicieran una cirugía, por suerte el Negro no perdió el ojo y quedó bastante bien y desde ese día se quedó en la casa de mi abuela, en la ciudad con mi hermano.
Yo cada tanto iba a verlo cada vez que me veía se ponía muy contento, así que me quedaba un par de días para estar con el Negro. Después de tantas idas y venidas le pasó lo que le pasa a la mayoría de pastores alemanes: le agarro displasia de cadera. El veterinario me dijo que le diera calcio y que el mejor calcio que había era que le diéramos cáscara de huevo mezclada con la comida. Como mi abuela tenía muchas gallinas siempre le llevaba huevos a mi hermano y él le preparaba la comida con las cáscaras de huevos.
Así estuvo mucho tiempo hasta que un día por la noche mi hermano apareció con el perro en la finca y  me dijo que el Negro se había comido un clavo. Fuimos a la veterinaria y esa misma noche el veterinario lo operó y le sacó el clavo pero se tenía que quedar unos días ingresado, un día me llama el veterinario y me dice que el Negro tuvo un retroceso a la infancia (tenía 10 años) y que se había comido todos los azulejos de la veterinaria. No tuvo salvación, así que perdí a un fiel compañero y es hasta el día de hoy siendo las 22.05 del día 19 de agosto de 2011 que lo sigo llevando dentro de mi corazón.

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