sábado, 19 de mayo de 2012

Mis pastores alemanes, mi manada

El pastor alemán fue domesticado para trabajar en funciones de pastoreo de animales de producción y vigilancia.  En la finca que teníamos en Argentina  vivián con nosotros once pastores alemanes: Brigitte, Karen, Capitán, Shambala, Ché, Negro, Flauta, Lobo, Loba, Tholpach, Honda (de algunos de ellos ya he hablado aquí).  Por las mañanas (desde las 9 a las 12 del mediodía) me acompañaban cuatro  para las tareas del cuidado de las vacas (100 – 150 aproximadamente). Los perros no dejaban que las vacas se dispersaran, bastaba con que yo hiciera un gesto con la mano para que mis perros supieran que tenían que ir a buscar a la vaca descarriada; o iba yo a buscarla con uno de ellos y los demás se quedaban tranquilos cuidando del resto del ganado donde estaban pastoreando. Cuando yo no estaba, mi abuela salía con las vacas y Capitán, haciendo honor a su nombre,  tomaba mi lugar, era el líder de la manada (dicho por mi abuela). Cuando llamábamos a Capitán por la mañana para salir los otros tres sabían que había trabajo y automáticamente se levantaban y le seguían, los demás se quedaban tranquilos en casa (a no ser que los llamáramos).
De los que se quedaban en casa, la líder era Brigitte. Si ésta  ladraba, los demás se ponían en alerta. De vez en cuando se intercambiaban los papeles y Capitán era el que se quedaba en casa y Brigitte salía. Brigitte estaba especializada en cuidarnos. Nada nos podía pasar estando con ella, ni siquiera llegar tarde porque ella nos despertaba. Estaba educada para vigilancia y protección de la familia. Era la única perra que dormía dentro de la casa.
Cuando Honda o Karen tenía crías la única persona que podía entran en la cucha (caseta) era yo.
Amo a todos los animales, en especial a los perros  y mis preferidos son los pastores alemanes. Mi vida con ellos es uno de mis mejores recuerdos. Lo que aprendía de ellos es que muy compañeros, dóciles, afectivos y protectores en el entorno familiar. Tienen un carácter muy especial, acogen a los recién llegados a la manada. El Negro llegó con dos años y enseguida Capitán le enseñó las reglas de la manada y su integración no fue problemática para nosotros. Estos perros nos facilitaron la vida.

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